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LOS VERDADEROS ARTISTAS

 SON LOS MÁS RELIGIOSOS

ENTRE LOS MORTALES

 

        Si la religión no existiese, habría que inventarla. Los verdaderos artistas son los más religiosos de los mortales. Se cree que los artistas sólo vivimos para los sentidos y que nos basta el mundo de las apariencias. Se nos considera como niños que se emborrachan de atrayentes colores y que se divierten con las formas como con muñecas...

        Se nos comprende mal. Las líneas y los matices no son para nosotros más que signos de realidades ocultas. Más allá de las superficies, nuestra mirada se hunde hasta el espíritu y, cuando luego reproducimos contornos, los enriquecemos con el contenido espiritual que ellos cubren.

         El artista digno de este nombre debe expresar toda la verdad de la naturaleza, no sólo la verdad exterior, sino también la de dentro.

        En todas partes, el gran artista oye al espíritu responder al espíritu, ¿dónde hallarías un hombre más religioso? El escultor, ¿no hace un acto de adoración cuando percibe el carácter grandioso de las formas que estudia; cuando, de entre líneas fugaces, sabe desprender el eterno de cada ser; cuando sabe discernir en el seno mismo de la divinidad los modelos inmutables según los cuales todas las criaturas    están modeladas? Mirad,  por  ejemplo,  las  obras  maestras de la escultura egipcia, figuras humanas o animales,  y decid  si  la  acentuación de los contornos esenciales no produce el efecto turbador de un himno sacro. Todo artista que tenga el don de generalizar las formas, es decir de acusar su lógica sin vaciarlas de su realidad viviente, provoca  la   misma   emoción  religiosa,   porque   nos  comunica

el estremecimiento que él ha experimentado ante verdades inmortales...

                                              

  (L'Art. Entretiens recueillis par Paul Gisell)